jueves, 2 de junio de 2011

-Fic de San Valentín {Montse & Gumm} ♥ - Cap ¿8? {Borrador}

De rápidos tragos terminó el líquido, que ardió ligera y deliciosamente al pasar a través de su garganta. Había durado muy poco.
-¿No se te apetece otra? –preguntó Lance, mirándola. Él también tenía vacía la suya.
-¡Desde luego! –su voz había sonado algunas octavas más agudas de lo normal debido a la ligera euforia causada por el alcohol. Marianna tenía una tolerancia bastante aceptable al alcohol, pero cuando la primera gota tocaba su lengua se ponía loca… Bueno, más de lo normal. Se quedó observando el lugar, entretenida, mientras su pareja iba a por una nueva ronda. Varios atuendos le gustaron; Había una rubia con un par de Manolo Blahnik’s envidiables. En cambio, otros… ¿quién demonios combinaba esos colores tan chillones en un solo vestido?
Levantó la mirada cuando pusieron frente a sí otro trago de vodka.

-Qué lo disfrutes –deseó el moreno, sonriéndole ¿coquetamente…? Vaya.
-Muchas gracias –ella le devolvió la misma sonrisa, degustando la bebida otra vez. La roja y jugosa fresa que la acompañaba hizo que se le antojara un caipiroska, pero ya tendría tiempo de ordenar uno después; la noche era joven. Al volver en sí otra vez, Lance estaba muy cerca. Demasiado cerca de hecho… Tenía uno de los deliciosos frutos rojos en la boca, curveada en un gesto que consideraba seductor. Ella le siguió el juego, tomando la fresa con los dientes. Esta se quebró en una mitad para cada uno. Al terminar de comerlas, acabaron en un beso con sabor a etílicos y fresa.
Empezando, parecía solo un simple roce de sus labios, pero estos se entreabrieron. Cuando sus lenguas se encontraron, Marianna aprisionó el cuello de Lance con fuerza, sintiendo las manos del joven en su cintura y muchas miradas en su espalda. Al separarse, se dio cuenta del público sorprendido (e incluso envidioso) que habían creado, fruto de su carencia disimulo, pero, ¿qué más daba? Allá, en una esquina, dos parecían estar metiéndose mano. Claro, en la esquina, no donde todos les podían echar un vistazo.

No sabía qué la euforizaba más: O los besos de Lance, el alcohol, o la perspectiva de toda la noche que les quedaba juntos. Se dejó guiar hasta el centro de la pista de baile, feliz, donde ya la gente estaba disfrutando de un baile lento, romántico. No tenía nada en contra del vals, de hecho, en otro contexto, otro momento, le hubiese gustado mucho, pero una sola palabra llegó a su cerebro ligeramente alcoholizado: Aburrido.

-¿A qué ritmo te gustaría moverte? –inquirió Lance.

Ella le guiñó el ojo con ademán cómplice, dirigiéndose a la "caja de música". Deslizó con discreción un billete hacia la cabina, le dedicó una sonrisa al hombre y se volvió hacia su pareja de baile, con una pose que le pareció extraña hasta que los primeros sonidos de la percusión hicieron eco en el lugar, sorprendiendo a las parejas que, previamente, habían estado tan pegadas bailando esas cursis melodías. Marianna dio dos giros antes de sujetarse a Lance, que supo adaptarse perfectamente al ritmo; Ambos estaban en el centro del lugar, girando eufóricamente ante el alegre son de la salsa casino que inundaba todo el lugar. Supuso que era extraña la escena. Dos (prácticamente) adolescentes, una vestida de morado con una prenda que no cubría mucho cuando Lance la sostenía en el aire, un chico de converses sin smoking y ambos bailando…salsa.
Aunque cierta parte de la mente de Marianna estaba decepcionada por no poder estar más cerca, le agradaba, de alguna manera, ser el centro de atención; al menos en ese ámbito. Cada giro, cada vez que levantaba la pierna, cada suspiro profundo de la multitud al pasar por debajo de Lance, era sencillamente emocionante. Al terminar la canción, ambos jadeaban, pero ella estaba más que satisfecha. Bailaron unas cuentas piezas más, hasta que su sed se desató de nuevo. Ocuparon una mesa cerca de la barra, discutiendo que iban a ordenar. Ella seguía con la idea fija del caipiroska, pero eso era una bebida preparada. No la vendían por botellas, y en la cara del muchacho se veía que tenía ganas de beber más que una copa. Cuando se pusieron de acuerdo, fue ella quien se puso de pie para ir a pedirlo. Ni un solo minuto dejó de sentir la mirada del chico en sus piernas, mientras iba hacia el cantinero.

-Una botella de su mejor vino de fresa, por favor –ordenó. El hombre, a su pesar, interpretó al parecer su cortesía como interés, y su actitud se mostró (lo que él pensaba) seductora. Tuvo que reprimir un gesto de asco cuando le dedicó una sonrisa.
-Cortesía de la casa.
Antes de que pudiera siquiera cogerla, sintió que la sujetaban de manera casi brusca, besándola en la mejilla… ¿qué hacía Lance levantado?
-Etto…-musitó, preocupada, pero sin embargo, reconfortada al estar entre sus brazos. Se le subieron los colores a la cara, preguntándose si se veía como una chica siendo “protegida” por su novio o como una mujer sometida por su marido. Bah, que preguntas tan importantes. Él, por su parte, sonreía de manera prepotente.
-¿Dices que [i]nos [/i]vas a invitar esa botella, no?
-S-sí, aquí tienes.
El hombre parecía aún asustado mientras Lance extendía la mano para tomar, o más bien, arrebatar la botella de su mano sin dejar de mirarlo de arriba a abajo, como advirtiéndole que no posara su mirada dónde no debía. Marianna, más que asustada, estaba divertida con su actitud; Jamás hubiese imaginado que alguien con su porte y personalidad fuese… inseguro. Mira que cambiarlo a él por ese señor, hubiese sido una idea solo capaz de concebirse en la más estúpida de las mentes.
Al llegar a su mesa, parecía querer disculparse, pero ella no le hizo caso.
-Que tierno de tu parte… pero los besos en la boca son mucho más ricos –Lance agachó un poco el rostro, riéndose por lo bajo, antes de tomar el rostro de la joven entre sus manos, dándole el gusto de un beso profundo, quizá desenfrenado, haciéndola estremecer. Terminó mordiéndole los labios, y Marianna disfrutó la extraña agudez de sus colmillos, antes de verlo sonreír de manera tierna.

-¿Así te parece bien?
-Así está perfecto. Por cierto, Lance, ya que hemos utilizado los labios de todo, exepto para hablar… -ambos rieron con suavidad -, dime, ¿Por qué un chico como tú tardó tanto en invitar a una muchacha a un…? bueno –miró el boleto -, se supone que esto es un baile, pero más bien lo considero una entrada gratuita a una discoteca carísima.
El tardó un buen rato en contestar, observando su copa.
-Temía que me rechazaras…
-¿Rechazar a un tipo como tú? –la muchacha enarcó una ceja, reprimiendo los impulsos de soltar una carcajada -, ¿Alto, guapo y además adorable? Has de estar drogado. Oh, no, el vodka ya se te subió a la cabeza.
-No, es en serio.
Marianna se levantó, rodeó la mesa… y con descaro se le sentó en las piernas. Ya tenía toda la pinta de estar borracha, pero, las apariencias engañan, ¿no? Lance tragó grueso, sujetándola por la cintura por el inconsciente miedo a que se cayera.
-A ver, Lance… Tengo dieciocho años, pero AMO las relaciones de una noche, ¿sabes? Generalmente me visto con la primera playera y jeans que encuentro para ir a una cita –él parecía confundido, pero más que todo, preocupado -, en cambio, hoy me puse un vestido. Estoy PEINADA –enfatizó la palabra con una extraña risita-, sonará muy estúpido proviniendo de mí, pero tienes algo que me hace desear que en esto que tenemos, haya mucho más de una noche.

Mariana fue interrumpida cuando iba a comenzar otra frase. Escuchó, de pronto, gritos agudos y una algarabía inundó el lugar. Muchas chicas miraban al presentador en la tarima al fondo, que no había visto antes. Si tanto alboroto se debía a su físico, otra vez afirmaría no entender a su género: Era rubio y blanco, pero hasta ahí. Su ego parecía crear una desagradable barrera, al menos, para ella. Siguió mirando a Lance hasta que una palabra captó su atención... "karaoke". Entonces, torció los labios y desvió la mirada hacia un punto inexistente. Lance pareció percatarse de lo que deseaba; lo observó terminarse su vino apresuradamente, antes de que se levantara de la mesa, llevándola a la tarima. La chica cantaba algo cuyo coro reconoció.

De pronto, el casi celestial inicio de “The only hope for me is You” inundó el lugar. Mariana cogió el micrófono; Parecía nerviosa, cosa que no encajaba dado los múltiples actos que rayaban el el exhibicionismo que había hecho durante la noche. Su voz se quebró un poco al iniciar, pero al avanzar cobró una fluidez bastante agradable.

Parecía nerviosa, cosa que no encajaba dado los múltiples actos que rayaban el el exibicionismo que había hecho durante la noche. Su voz se quebró un poco al iniciar, pero al avanzar cobró una fluidez bastante agradable.Comenzó a entonar las primeras notas mientras se escuchaba la guitarra eléctrica que acompañaba el celestial sonido de la canción.Comenzó con una voz suave:

Where
where will we stand
when all the lights go out
acrros the city's streets
where, were yoy when
all of the ambers fell
I still remember there


No podía evitar mirar a Lance, que la contemplaba sin perderla de vista mientras cantaba, Por momentos se ponía algo nerviosa, pero después de unos cuantos altos y bajos de su voz, logró adaptarse a la canción perfectamente, comenzando a entonar enérgicamente los coros:


If that's the best that I could be
Than I'd be another memory
Can I be the only hope for you?
Because you're the only hope for me
And if we can find where we belong,
We'll have to make it on our own.
Face all the burn and take it out
Because the only hope for me is you

A pesar de que la canción no había concluido, dirigió una última mirada eufórica al chico. Deseaba seguir con el micrófono en mano, pero su tiempo se había acabado y ya era turno de que alguien más fuera el centro de atención. Lo cedió a la siguiente persona en la fila para ir al lado de su pareja quien le acarició uno de los mechones del cabello, tomándola nuevamente de la mano.

-No sabía que cantaras tan bien, no dejas de sorprenderme.
-Genial, soy una caja de sorpresas morada –bromeó, guiñándole un ojo.

Al llegar a la mesa, pidieron otra ronda de vino (junto con el caipiroska de fresa de la chica), que desapareció inmediatamente, ambas copas volvieron a llenarse una y otra vez… Hasta que se dieron cuenta de que la botella ya estaba vacía. Lance pidió otras dos; de nuevo, las copas rebosaban del néctar color vino tinto. Marianna estaba mareada, las cosas un tanto borrosas para sus ojos , sin embargo, no en total estado de ebriedad…Pero quería irse con “Lanci”(había susurrado eso en un mal chiste contado mientras bebían) a un lugar más privado, así que no estaba de más exagerar un poquito.

-¿Deseas…irte…ya? –musitó él con su voz quebrada debido al alcohol. Sexy.
-No sin antes bailar una pieza más.
Esta vez, sonaba la misma música del principio, algo lo suficientemente lento para el estado en que ambos se encontraban. Casi tambaleantes, caminaron hasta la pista; Marianna envolvió con sus brazos el cuello de Lance por enésima vez para poder inhalar su aroma a alcohol y fresas; se sentía delicioso. .Lentamente comenzaron a moverse al compás de la música, aunque no estaban tan mal como para no saberlo hacer. Se acoplaban muy bien al ritmo, aunque sintió una mano deslizarse más allá de su espalda y el cuello ser víctima de múltiples besos, pequeñas mordidas…
Solo le quedaba suspirar, el vino estaba haciendo de las suyas.

Sintió que Lance dejó de besarla. Estaba a punto de protestar cuando sintió que prácticamente la arrastraban hacia el estacionamiento… Sintió frío al salir del local, y a alguien luchando por meterla en el coche. Actúo muy bien su papel de ebria pesada. Fue especialmente difícil reprimir un gesto muy directo de aprobación cuando unos dedos suaves se deslizaron por sus piernas. Para evitar ir más allá, fingió que se incorporaba para recostarse de la puerta, aún con los ojos cerrados, oyendo un golpe seco que ignoró. Escuchó el rugir del motor y el ligero sonido mecánico de la capota cubriendo el coche.
Lance la rodeó con los brazos camino a su departamento… Madrid estaba mucho más silencioso, calculaba que ya era como la una de la mañana, pero aún tenía otros planes antes de irse al mundo de los sueños. Cuando decía “más de una noche”, se refería a que esta sería la primera. No sabía si sería fácil convencerlo, pero o lo hacía, o lo hacía.
Iba pensando en ese asunto cuando alguien le susurró algo como “dame tus llaves”, a lo que entregó el bolso. Lance puso su mejor cara de póker al encontrar los condones y la navaja, aunque tampoco podía estar demasiado pendiente de aquello. Al cruzar la puerta de la habitación, se dejó caer en el sofá más amplio que consiguió.

La actitud de Marianna ya estaba mucho más acelerada. Con total descaro, se situó en su regazo, desabrochándole la camisa antes.
-¿Estás bien…? –inquirió el joven, extrañado.
-¡Mejor que nunca! ¿Sabes? Debí darme cuenta… -musitó a la vez que, como por descuido, se acercaba más a su rostro -, de lo bueno que estabas la primera vez que te vi.

Sin más preámbulos, atrapó sus labios en un delicioso beso con sabor a alcohol.
Lance aprovechó la situación, ¿qué otra cosa podía hacer? Deslizó las manos hasta su pierna derecha, acariciándola con delicadeza. Ella se estremeció, soltando un suspiro por lo bajo. A regañadientes tuvo que separarse para terminar de quitarle la camisa, que pronto estuvo en el suelo. Se quedó unos segundos observando su pecho bien formado con expresión… ¿golosa?
A horcajadas sobre su regazo, siguió besándolo, molesta por el obstáculo que creaba el vestido para las manos de Lance, que con movimientos delicados acariciaba el sedoso cabello, acercándola con sutileza hacia su cuerpo semidesnudo.

Sin mediar palabras, Marianna lo cogió de la mano, a sabiendas de que no se negaría, para llevarlo a la amplia y mullida cama, consigo de pie frente a su rostro.
La única luz de la estancia la proveía una pequeña lámpara, que bastaba para iluminar como las manos ávidas del moreno le sacaba el vestido por la cabeza, dejándola únicamente en la ropa interior. Él aún estaba en pantalones, aunque por poco tiempo; Luchó con el cierre y los botones, hasta que, exasperada, decidió romper ambos para poder bajárselos. Un bóxer negro bastante ajustado dejaba notar a sus ojos lo que pronto sentiría en otra parte de su anatomía.

No pudo evitar que una sonrisa golosa, macabra, nada santa, se extendiera a lo largo y ancho de su cara. Pronto se le desvaneció todo de la mente, cuando sus manos, inconscientemente, se posicionaron en el borde de sus bóxers. Antes de proseguir con aquello, beso los labios del chico con una gran lentitud en donde demostró más ternura que pasión, y sin embargo no puedo resistirse ni oponerse a morderle levemente el labio inferior.

Comenzó a deslizar la tela de las piernas de Lance hasta que pudo retirarlo por completo. Miró levemente hacia arriba, encontrándose de frente con el miembro completamente erecto del chico. No pudo evitar relamerse los labios mientras lo contemplaba. Como si se tratara de un delicado instrumento lo tomó entre sus manos. En un principio di un beso en la punta del mismo, y después dio una pequeña lamida, sin apresurarse demasiado.

Lo miró a los ojos durante un instante, y sin embargo, por mucho que su cara pareciera de niña buena, a ella lejos de molestarle lo que hacía, le fascinaba. Enseguida engullo el capullo del mismo, pero deseaba tanto ver todas las expresiones que efectuaba, que de nuevo su vista se poso en su rostro. Tan perfecto… para ella.
No obstante terminó centrándose en su trabajo, bajando la mirada de nuevo. Hacía bastante ya que había dejado de sentir las arcadas naturales al tener “eso” en la boca, fruto de la práctica. Al inicio con lentitud y aumentando la velocidad a segundos, lo devoraba como si de su helado favorito se tratara.

Pero aunque lo estaba disfrutando y los suspiros del muchacho eran música para sus oídos, ella también tenía necesidades. A pesar de la obvia negativa de Lance (que no necesitaba abrir la boca para transmitirla), se incorporó, terminando de quitarse el atrevido conjunto rojo que llevaba encima. Los ojos de su compañero se abrieron de sopetón. Por primera vez, desde que lo había visto bajo la lluvia en el sendero, Lance Kuran se sonrojó en su totalidad.

A pesar de la intensidad del momento, no pudo evitar soltar una senda carcajada. Se veía adorable. Antes de que él pudiera siquiera preguntarle el motivo, lo aplastó sobre el edredón verde, eufórica. En gran parte se debía a los altos niveles de alcohol en su sistema, pero la deliciosa cercanía de ese cuerpo para ella sola también influía. Le excitaba haber resquebrajado la faceta fría del joven para convertirla en una mucho más cálida. Él, por su parte, estaba un tanto extrañado por su raro comportamiento, pero disfrutaba cada segundo que pasaba. Llenó su cuello de suaves besos mezclados con mordiscos, que dejaban marcas rojas en la piel de la muchacha.

Marianna le miró con complicidad, a la vez que se volvían uno a través del cuerpo.

~

Al despertar, Lance estaba en una cama que no era la suya. El sol se reflejaba en la pared con un ángulo extraño, ¿era medio día? Le dolía ligeramente la cabeza, pero lo más preocupante era que no había nadie a su lado para explicarle donde carajos estaba. Se incorporó lentamente; oía ruidos afuera. Entonces vinieron a su mente imágenes nebulosas… Y la puerta se abrió.

Allí estaba Marianna, sonriente. Tenía el cabello húmedo, una mancha de agua en de agua en la larguísima camiseta negra (lo único que llevaba puesto al parecer), nada de maquillaje y una bandeja en la mano. ¿Coca cola y aspirinas?

-Ten, te harán bien.
Sin protestar y a pesar de que no eran necesarias, Lance se las tragó.
-Buen chico –la joven se metió entra las sábanas con él, sonriente -, ¿sabes quién soy?
-MMmm… la chica más hermosa que han visto estos ojos…
-Anoche estuvo estupendo –hizo un sonido muy parecido a un ronroneo, tirándose sobre su pecho -, pero, antes de repetirlo, quisiera saber una cosa.

Lance contuvo la respiración unos minutos.
-¿Quieres ser mi touch and go permanente?





cuando tenga tiempo, corregiré tooodos estos caps.

1 comentario:

  1. Me encantaaaa *-* es tan...perfecto :heart: (para mí)

    Dime tú que le hace falta,yo lo veo muy bien :3 quedó con un poco de suspenso (?)

    ResponderEliminar